Hay artículos en que, a pesar de los años, siguen teniendo un gran valor. El siguiente trata sobre el Polen de Abejas como alimento para el ser humano, y fué publicado por la revista “Let’s Live” en Enero de 1997, por Richard Finnis. Disfruta de él:
“De acuerdo con recientes documentos que han caído en manos de este escritor, las comunidades científicas en los países comunistas están indagando profundamente en la química del polen de las abejas para separar mitos matemáticos y determinar cómo y por qué una antigua “ambrosía de los Dioses” vuelve a ser un eslabón en las personas del siglo XX.
La fascinación Rusa por el polen de abejas se debe, en gran parte, a la evidencia del desproporcionado número de centenarios que florecen en Georgia Soviética con más de 150 años de conocimiento de expertos apicultores y consumidores hereditarios del polen fresco de las colmenas.
La mayoría de las investigaciones de los nutricionistas soviéticos sobre el polen de abejas han permanecido en secreto, así como el Kremlin ha tratado de mantener en secreto la realidad de que en sus juegos de hockey sobre hielo y algunos de sus más conocidos ganadores de Medallas de Oro de las Olimpiadas, han consumido polen de abejas durante años.
El resultado de un documento desarrollado por el Departamento de Psicología del Instituto de la Academia Soviética de Ciencia en Vladivostok, titulado, “Abejas al Servicio de la Humanidad”, por el Dr. Ñau Petrovitsch Joirisch y publicado en Rusia el último año por Nauka Press en Moscú, prácticamente pone en un pedestal a la abeja.
El Dr. Joirisch llama al polen recolectado la sustancia primordial que nunca cesa en la vida sobre nuestro planeta—una casa de tesoro de nutrición y poder regenerativo. “Él lo describe como un alimento perfecto equilibrado que contiene 22 aminoácidos, 27 sales minerales, entre las que se incluyen el calcio, magnesio y zinc, una gran serie conocida (y probablemente desconocida) de vitaminas, y muchas enzimas, todo en una combinación óptima y natural. El documento va entonces para examinar los valores terapéuticos específicos del polen de abejas para el ser humano.
“Esta unión entre flor y abeja,” sostiene el informe, “contiene altas propiedades preventivas y terapéuticas. Es un fuerte estimulante biológico. Regenera las propiedades del organismo. Se utiliza en experimentos con personas envejecidas y parece que les ayuda a restaurar la moral, les da una sensación de bienestar espiritual y una verdadera salud física. Anteriormente se observaba un firme envejecimiento y una piel sin vida. Entre las condiciones que responden favorablemente al polen de abejas entre los grupos de todas las edades, estaban; la colitis crónica, prostatitis, tensión alta, gripe común, diversas alergias (fiebre del heno, asma), desarreglos en el sistema endocrino, y ciertas alteraciones nerviosas.”
La completa magnitud de la fecundación del polen en la faz de la tierra, da a entender su papel de vida en el plan de supervivencia de la naturaleza, afirman los científicos Soviéticos. Por supuesto, ninguno de estos pólenes (el elemento masculino de la planta) llega a convertirse en un alimento natural hasta que las abejas lo recogen, lo frotan y enriquecen con su propio néctar.
La Academia Soviética de Ciencias (en 1925 el gobierno soviético reconoció a la Academia de Ciencias de Rusia como la “institución científica más elevada de toda la Unión”), tiene algunas insospechadas colmenas con un sistema secundario de vigilancia para que no exista ningún tipo de microbios.
A continuación te damos un informe sobre la fabricación del polen dentro de la colmena: Cada abeja adulta lleva a la colmena, alrededor de 4.000.000 de granos de polen por hora, transportados en las “cestas” de polen de sus patas traseras. Las abejas jóvenes depositan miel sobre el polen, para protegerlo e iniciar una sana reacción química que lo transforma en el producto final.
¿Cuál es la misión de ese producto final en la colmena? En unas 24 horas, las observaciones muestran que la reina deja de producir huevos cuando en la colmena empieza a escasear el polen. “La carencia de este elemento energético,” dice el informe soviético, “también conduce a que las abejas trabajadoras dejen de construir el panal. La presencia y disponibilidad del polen, representa, por consiguiente, la diferencia entre industria y letargo – vida y muerte.”
El informe también advierte que el período de recuperación de mareo y demacramiento de los ratones era mucho más rápido y más espectacular entre los especímenes alimentados con polen. “En sus excrementos,” dice el Dr. Joirisch, “había una sorprendente ausencia de microbios.” Los ratones rusos experimentan, por cierto, apoyo de uno de los primeros proyectos de investigación del Departamento de Agricultura Americano, el cual procede en la postura de que el polen contiene principios anticancerígenos que pueden ser añadidos a la comida. La conclusión de ese proyecto fue que “la ingestión de comida polinizada retrasa la aparición de tumores en las mamas”
¿Creen realmente los científicos soviéticos que el polen de abejas puede prolongar la vida?
En este punto el Instituto del Lejano Oriente menciona y hace eco afirmativamente de los estudios de geriatría llevados a cabo hace más de 25 años por el biólogo y botánico experimental, Nicolai Tsitsin.
Existe cierta intriga, incluso sus colegas antropólogos también la tienen, sobre las investigaciones de los “secretos del corazón”, realizados en una pequeña aldea del Cáucaso que ostentaba 200 habitantes ya entrado el siglo, Tsitsin envió un cuestionario a cada uno. El 75% de los “ciudadanos” cogieron un bolígrafo, y con supuesta mano firme, contestaron las preguntas. Para sorpresa de Nicolai Tsitsin y de todos los demás, más de la mitad de los ancianos de 100 años resultaron haber sido profesionales apicultores y todos ellos, sin excepción, dijeron que su alimento principal había sido siempre la miel fresca de abejas procedente de la colmena, donde el polen tiene su total concentración.
En un capítulo ilustrado, Joirisch menciona la primera evidencia paleontológica sobre la existencia de las abejas en nuestro planeta. De acuerdo con las últimas investigaciones Rusas, las abejas vivieron de 55 a 60 millones de años antes de la aparición del primer ser humano. “Mucho antes de que Adán y Eva entraran en el paraíso,” él dice, “el aire estaba aún cargado de partículas de polen.”
Los pequeños granos de polen pueden ser el miligramo de prevención que marca la diferencia entre una existencia normal y una radiante salud.”